martes, 29 de diciembre de 2009

ISHTAR

Ishtar (o Inanna), era señora del firmamento, poderosa diosa del amor, de la fertilidad y de la guerra.

Tiene como símbolos:

- Una estrella de ocho puntas, que lleva sobre su cetro y es el símbolo de su poder.
- Su número es el quince.
- Su animal sagrado y compañero protector es el león. Otros animales que la representan son las serpientes, los leones alados y los escorpiones.
- Su piedra es el lapislázuli (por eso la puerta de Ishtar en Babilonia, estaba hecha de ladrillos vidriados azules con inmensos leones que la guardaban).

Un mensaje de la Diosa Ishtar para quienes necesiten su guía: “Amados amigos, soy la Diosa que trabaja con la humanidad, ayudándola a superar los asuntos en sus vidas que tengan que ver con el amor”.

Ishtar es una Diosa muy antigua y compleja, uno de los millones de rostros de la Diosa. De origen babilónico, demuestra un carácter múltiple y polimorfo. Está emparentada y sobrepuesta tanto a la Diosa sumeria Inanna y a la Diosa semita Astarté, como a la Afrodita griega y la Venus romana.

Su ascendencia no es clara y la mitología babilónica no esclarece su linaje. Es posible que sea hija del Sol (Anu) o de la Luna (Sin). Pero con el tiempo reemplazó a esos antiguos Dioses y personifica a varios astros: al Sol, la Luna y especialmente a Venus. Posteriormente a las estrellas reunidas en constelaciones y a todo el firmamento lleno de estrellas. Por eso es llamada “La Luminosa” o “La que Trae la Luz”. Se dice que como lucero del alba rige sobre los deseos humanos.

Es tanto una Diosa Madre como una Diosa Virgen. Era también la legisladora, como regente de las estrellas y de los planetas -los que a su vez rigen el comportamiento humano-, y maga, ya que a lo largo de la historia la magia a sido siempre objeto de leyes rigurosas y precisas. Al ser también señora de la noche (por ser una Diosa lunar) formulaba sueños y presagios o predicciones del futuro.

Como Diosa del calendario lunar es también asociada con los crecimientos estacionales y las cosechas. Por ello es conocida como Diosa de la fertilidad y está asociada a la libertad sexual en tanto es una energía creadora. Para los antiguos babilonios la sexualidad y el matrimonio eran cosas completamente distintas. El matrimonio era un contrato solemne para la generación de riqueza y perpetuador de la familia. Los amores extramaritales no eran prohibidos ni tenían una connotación especial.

Se le llama Diosa de las prostitutas sagradas, o sea de las sacerdotisas o las mujeres que aceptaban que el acto sexual era un acto de purificación, una liturgia con la divinidad (Ishtar en este caso) y que veían el acto sexual como una práctica sagrada, purificadora, entendida como un sacrificio de amor a la Diosa en su rol de creadora.

Este acto requiere un nivel muy elevado de abstracción, ya que deja de ser un acto puramente reproductivo o sensual, para convertirse en una acto de “unión”, no con el cuerpo de una mujer, sino con la Diosa encarnada en esa mujer, como un acto de devoción. Por ello las sacerdotisas de las Diosas del amor y la fertilidad usualmente practicaban algún ritual sexual. La cópula, al igual que los cantos, la poesía y los sacrificios de animales (los cuales en Wicca no aceptamos) eran actos de veneración.

Su primer esposo fue su hermano Tammuz. Al morir Tammuz, Ishtar descendió a los infiernos para arrancar a su hermano de la terrible Ereskigal, quien tenía poder sobre la vida y la muerte.

Después de darle instrucciones a su sirviente Papsukal de ir a rescatarla si no regresaba, Ishtar descendió a la tierra de las tinieblas. Comenzó valiente y desafiante, gritando al portero que abriera la puerta o que la echaría abajo. Pero a medida que iba atravesando cada una de las siete puertas, ella debía despojarse de una de sus prendas por lo que iba perdiendo su poder, hasta que llegó desnuda e indefensa ante la temible Ereskigal, que la mató y colgó su cuerpo en un clavo. De esta travesía surge la metafórica “Danza de los Siete Velos”.

Con su muerte, todo el mundo comenzó a languidecer. Pero el fiel Papusukal llegó hasta los dioses y les pidió que creasen un ser capaz de entrar en el mundo de los muertos y resucitase a Ishtar con la comida y el agua de la vida. Así es como Ishtar volvió a la vida.

Pero habría un precio que pagar el precio: durante seis meses al año, Tammuz deberá vivir en el mundo de los muertos. Mientras está allí, Ishtar ha de lamentar su ausencia; en primavera, vuelve a salir y todos se llenan de gozo.

Aquí un hermoso recuento cargado de simbología de su descenso:

“Era el tiempo de tristeza tras la muerte del Dios de la Primavera Tammuz. La hermosa Diosa Ishtar, que le amaba tiernamente, le siguió hasta las antecámara de la Eternidad desafiando a los demonios que guardan las puertas del tiempo.

Pero en la primera puerta el demonio guardián obligó a Ishtar a entregar sus sandalias, que los hombres sabios dicen que simboliza entregar la voluntad.

En la segunda puerta la Diosa tuvo que dejar sus enjoyados brazaletes de los tobillos, que los hombres sabios dicen que significa entregar el ego.

En la tercera puerta entregó sus ropas, que supone entregar la propia mente.

En la cuarta entregó los cuencos dorados que cubrían sus pechos, que es como entregar la actividad sexual.

Y en la quinta puerta entregó su collar, que supone desprenderse del éxtasis de la iluminación.

En la sexta puerta entregó sus pendientes, que significa entregar la magia.

Y finalmente, en la séptima puerta, entregó su corona de mil pétalos, que es entregar la divinidad.

Solamente así, completamente desnuda, pudo entrar Ishtar en la Eternidad y rescatar a su amado.

La severa reina de las regiones infernales, Ereskigal, de mala gana permitió que Ishtar fuera rociada con el Agua de la Vida y partiera con Tammuz al reino superior”.

El amor de Ishtar por Tammuz, su sacrificio por dicho amor, la convirtió en la más grande representante de éste.

Finalmente, y no me canso de repetirlo, no hay magia más poderosa que el amor…

Bendiciones!

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