miércoles, 20 de julio de 2011

ANIMALES DE PODER II

Varias teorías sobre el origen de la Tierra coinciden en la existencia de una breve era en la que los seres humanos y los animales compartían el mismo lenguaje.

En algún momento, por accidente, evolución o por culpa de algún desafortunado acto de debilidad humana, se produjo una ruptura en esa etapa; y a partir de ese instante, los seres humanos y los animales tomaron caminos diferentes, incapaces de comunicarse.

Pero en determinadas culturas, algunos privilegiados son la excepción a la norma y, gracias a experiencias transformistas, pueden alcanzar la vía de comunicación entre especies: hablan a los animales, a los árboles, a los ríos o a las estrellas.

Los chamanes son aquellos hombres y mujeres afortunados que, como los celtas decían de los druidas y los poetas, aprenden a hablar «el lenguaje mágico de los pájaros».

Los chamanes pueden acceder a las condiciones de la Era del Paraíso porque sus almas o espíritus viajan, en un trance extático, fuera del tiempo y el espacio ordinarios, y allá pueden adentrarse en el cosmos espiritual en el que los humanos y los animales todavía se hablan los unos a otros.

En realidad, la capacidad de tener un trato amistoso con los espíritus animales es una de las características distintivas del chamán para trascender las situaciones humanas habituales y trasladarse a un estado similar al paraíso original del que la humanidad cayó en los albores del tiempo.

Algunos se preguntarán por qué los espíritus animales son tan importantes para el practicante chamánico, pues, a diferencia de los chamanes, muchos de ellos no viven en comunidades rurales con vida animal cercana.

Hoy en día ya no compartimos nuestras vidas con los animales, que campan libres por el medio natural.

¿Por qué el practicante chamánico que vive en un mundo urbano y tecnológico debe preferir un espíritu de ayuda animal a otro humano o angelical?

Ciertamente hay espíritus no animales que asisten al chamán en su trabajo espiritual y de sanación, como los elementos dioses, ángeles y espíritus de la tierra, los espíritus ancestrales o los de los fallecidos recientemente.

Históricamente, el chamanismo se desarrolló en culturas tribales en las que los animales cumplían una función esencial en la vida y la supervivencia humanas.

Incluso aunque la civilización moderna parezca haber superado la dependencia de los animales en muchos aspectos y la naturaleza sea maltratada año tras año, todavía no hemos podido aislarnos completamente de la Tierra y de los reinos de la vida animal.

Los animales merodean por nuestras fantasías, sueños e imaginaciones.

Los niños, por ejemplo, sueñan más en animales que en la familia o los amigos y no sólo lo hacen con anímales domésticos como los perros y los gatos sino también con animales de corral o salvajes, o sea, criaturas que ven principalmente en zoológicos, libros, televisión y películas.

Parece como si en los primeros años de vida estuviésemos todavía programados para compenetrarnos e interesarnos por los animales salvajes.

La propia civilización americana no se ha desapegado tanto de la vida animal.

Hace apenas un siglo, los habitantes de las principales ciudades todavía permitían a los cerdos que camparan a sus anchas y comiesen basura: los transportes eran a caballo; las aves de rapiña revoloteaban con frecuencia por los parques urbanos; y no resultaba tan extraño que un lobo, un zorro o un ciervo se extraviase por algún barrio residencial.


Pollos vivos podían ser comprados en los mercados de barrios. Mucha gente visitaba a sus padres y abuelos, que todavía vivían en granjas en el campo. La vida salvaje fluía más libremente entre los entornos rural y urbano.

Resulta curioso que el desarrollo de los zoológicos urbanos modernos coincida con la retirada gradual de los animales en la vida cotidiana, que empezó alrededor del último cambio de siglo.

La popularidad de los animales domésticos también es un fenómeno reciente.

Un siglo atrás, los gatos servían solamente para controlar la población de ratones y un perro ladrador tenía la función de proteger las casas de los intrusos.

La idea del inquilino de un apartamento en el décimo piso de un alto rascacielos que tiene un gato o un perro resulta relativamente extraña a la historia de la humanidad.

Incluso no ha sido hasta la actualidad cuando nos hemos vuelto una nación de propietarios de animales domésticos.

Y eso parece indicar claramente que subsiste una necesidad innata de contacto con los animales, por mucho que vivamos en un entorno esculpido por la mano del hombre en el que la presencia física de los animales parece irrelevante.

Animales: profesores y proveedores



A lo largo de la historia, los animales han desempeñado un papel importante tanto física como psíquicamente, proporcionando ayuda material y espiritual a la vida humana.

Casi todas las teorías de la creación están de acuerdo en que los animales llevan más tiempo existiendo en el planeta que los humanos y, por lo tanto, a nuestros ojos deberían gozar del estatus de primeros pobladores.

Ellos tienen un conocimiento íntimo de la Tierra gracias a sus vínculos más duraderos.

Tienen sus vidas secretas, sabiamente ocultas en los bosques, las montañas y los desiertos donde los hombres y las mujeres raramente se aventuran.

Los animales viven de forma natural y espontánea, cumplen el cometido para el cual han sido creados sin ningún tipo de eluda, incertidumbre, queja o culpabilidad, rasgos característicos de la actividad humana.

Aparecen delante de nosotros como modelos de la creación, viven según el guión que les ha sido asignado y sobreviven, a veces cooperando, a veces compitiendo, con otras criaturas en una red de dependencia mutua.

Los animales nunca pierden el sentido de sí mismos, volcando su plenitud espiritual en cualquier regalo que les depara la vida, ya sea comida, juegos, sexo o muerte.

La vida material de nuestros antepasados dependía en buen grado de los animales, que les proveían de comida, vestidos, ornamentos, utensilios, armas, medicinas, protección, transporte y compañía.

Y también actuaban de heraldos de los cambios de estación y de los peligros y las fluctuaciones meteorológicas.

En comparación con los seres humanos, los animales poseen fuerzas y poderes colectivos superiores.

Entre las especies animales siempre hallaremos una que vaya más allá que los humanos, que corra más rápida, que nade mejor, que vea, oiga y huela con más tino, que suba a rocas o árboles más fácilmente, que cace con más éxito y, por supuesto, que sea capaz de volar.

Muchos animales viven más tiempo y son más fuertes físicamente que nosotros.

Algunos sobreviven en ambientes demasiado duros e inhóspitos para los seres humanos, tales como los desiertos, las profundidades de los océanos o los cubículos excavados tierra adentro.

No debemos extrañarnos, pues, si las civilizaciones antiguas veían a los animales como deidades o formas divinas que atesoraban sabiduría, conocimiento y una capacidad de relación intuitiva con las otras formas de vida que los humanos sólo han podido desarrollar, si lo han conseguido, gracias a un duro trabajo.

No debe sorprendernos que nuestros antepasados buscaran en los animales espíritus maestros, compañeros y guías para los misterios de la vida.

Las historias antiguas de seres humanos y animales que compartían sabiduría y conocimiento antes de la ruptura atestiguan el valor de disponer de animales como compañeros y maestros.

Los numerosos cuentos populares o de hadas en los que el viaje del héroe está compartido con un animal constituyen un vestigio del viejo conocimiento chamánico sobre nuestra dependencia de los animales.

De alguna manera sentimos que los animales han quedado exentos de algunos cambios ocurridos tras el fin de la Era del Paraíso.

Su tranquila autoconfianza y su hábito ininterrumpido de vivir de acuerdo con las leyes de la naturaleza, en armonía y equilibrio con su entorno, surge como modelo para los seres humanos, nos proporciona un paradigma, un recordatorio de las leyes naturales, por mucho que estemos dotados de grandes poderes creativos para transformar el medio ambiente.

Los nativos del Pacífico Noroeste, como los salish de la costa o los okanagan, llaman animales de poder a sus espíritus de ayuda de condición animal.

Eso no se traduce en que el espíritu animal sea físicamente más grande o fuerte.

En este caso, poder se refiere al poder espiritual que emana de la información, conocimiento o sabiduría inherentes y que ese animal comparte gustosamente con sus compañeros humanos.

Cada animal tiene un poder en virtud de su condición de miembro de la naturaleza y cumple un papel necesario en el juego de la creación.

Ya sea un oso, un cuervo, un coyote, un ratón, una ardilla listada o un delfín, el chamán cree que cada espíritu animal puede ensamblarse a un individuo particular porque entre ambos existe una necesidad mutua y porque cada uno de ellos tiene la capacidad de ofrecer ayuda y respaldo al otro en su viaje a través de los reinos de la existencia.

Muchas personas desarrollan una fuerte afinidad con un animal a lo largo de sus vidas.

A veces ese animal totémico puede ser un juguete de la infancia o un libro de historietas que encendió las fantasías y los sueños infantiles.

En la edad adulta puede ser que hayamos seguido manteniendo ese aprecio por los animales de la infancia y hayamos coleccionado figuras, leído libros o disfrutando de películas acerca de ellos.

Pero, y aunque pueda suponer un disgusto para ciertas personas, ese animal no tiene por qué ser el animal de poder para la práctica chamánica.

Tampoco quiero insinuar que el animal favorito o totémico de una familia no pueda ser su animal de poder.

Simplemente digo que, al empezar las prácticas, debemos abrir la mente y el corazón de forma que los espíritus tengan libertad para decidir qué animal de poder es más adecuado en cada ocasión.

También existe la creencia extendida en diferentes partes del mundo de que los espíritus, incluidos los animales y los naturales, nos necesitan como compañeros.

El animal que se convierta en animal de poder puede buscarnos porque sus necesidades o tareas espirituales son compatibles con las nuestras.

Tengamos confianza: el animal de poder y nosotros estamos destinados a trabajar conjuntamente con objetivos individuales y colectivos, así como en el propósito más universal de recrear las condiciones paradisíacas en las que humanos y animales entendían su parentesco mutuo.

También deberás comprender que un compañero espiritual animal será uno de los requisitos para emprender un viaje espiritual porque, antes de adentrarte en el cosmos espiritual de la realidad no ordinaria, deberás haber restablecido el tipo de relación con los animales -o al menos con uno- que se supone existía al principio de los tiempos: una relación de respeto y apoyo mutuo y de amistad.

Tener por compañero a un animal con el que uno puede comunicarse será el primer paso para volver a entrar en ese «tiempo fuera del tiempo»: el primer tiempo, el tiempo de ensueño o el tiempo de la creación, que todavía existe en los real-mes no ordinarios que yacen más allá de nuestro habitual estado de conciencia.

Con un animal como compañero, uno nunca perderá su ruta hacia los reinos oníricos del espíritu, pues los animales nunca se han extraviado en la senda que recorre los reinos de la naturaleza y de los misterios de la Tierra.

Los animales dan brincos hacia los reclamos de la vida de una manera más directa y espontánea que nosotros, seguros, en tanto que cuerpo y espíritu son conocedores de los requisitos de la naturaleza, de lo que debe hacerse y de las obligaciones que debemos cumplir para mantener las conexiones con el gran universo.

Para entender el concepto de la medicina animal de la misma forma que los indios americanos, tenemos que volver a redefinirlo.

La Medicina a la que se alude en mayúsculas en este libro es cualquier cosa que mejore la conexión entre uno mismo, el Gran. Misterio y la Vida en todas sus formas y manifestaciones.

Esto incluye la curación del cuerpo, de la mente y del espíritu.

Medicina es también cualquier cosa que infunda fuerzas personales, resistencia y conocimiento.

Trata sobre cómo vivir el continuo de la vida de un modo que conlleva curar a la Madre Tierra y a todos nuestros compañeros, familia, amigos y demás criaturas.

La Medicina india americana es un «modo de vivir» que lo abarca todo, porque guarda relación con el caminar por la Madre Tierra en perfecta armonía con el universo.

Nuestros compañeros en la creación, los animales, tienen unas pautas de comportamiento que transmiten mensajes de curación a cualquiera lo suficientemente atento para observar sus lecciones sobre cómo vivir.

Los valiosos regalos de la verdadera Medicina son gratuitos.

Cada lección se basa en una idea o un concepto importante, y para mayor simplicidad cada animal representa una de las lecciones asignadas.

En la realidad de la creación cada animal tiene cientos de lecciones que dar y todas esas lecciones son poderes que se pueden convocar.

Cuando se convoca el poder de un animal, se está pidiendo ser absorbido en total armonía con la fuerza esencial de ese ser.

Obtener conocimientos de estos hermanos y hermanas del reino animal es un proceso de curación al que uno se debe aproximar con humildad e intuición.

Ciertos aspectos de las lecciones dadas por estos hermanos y hermanas han sido elegidos porque reflejan las lecciones que cada espíritu necesita aprender en el Buen Camino Rojo.

Son las lecciones que enseñan cómo ser humano, ser vulnerable y buscar la plenitud en todo lo que es.

Son una parte del sendero de la vida.

El poder se halla en la sabiduría y en la comprensión del papel que cada uno tiene en el Gran Misterio, y en honrar a cada ser viviente como a un gran maestro.

Las lecciones aquí enseñadas son eternas y se aplican continuamente.

Si el aprendizaje finaliza, también lo hacen la magia y la vida.

Este sistema de adivinación representa una minúscula parte de todo el proceso de cómo enseñar a una persona a ser intuitiva, de cómo buscar la verdad de la naturaleza, de cómo relacionarse con las criaturas del Gran Misterio y de cómo observar lo obvio en el silencio.

El silencio de una mente sosegada es la fertilidad sagrada del espíritu receptor.

Si se utiliza esta herramienta de adivinación en silencio, un maravilloso nuevo mundo podrá hablar a través de la forma de ser de los seres vivos.

Es posible encontrar animales que te hablarán de una manera especial: la del poder.

Estos seres pueden traerte una Medicina especial y te llamarán durante el Tiempo del Sueño si tienes que profundizar más acerca de ellos.

Tu aliado de fuerza es una especie singular con la que has descubierto una conexión importante.

Dicha especie se convertirá en tu profesor con quien te dejarás crecer y aprender.

Nada puede sustituir la observación directa de estos seres en su habitat natural, porque esto te permitirá conectar con la Tierra, el animal y el Gran Misterio.

El espíritu de un aliado de poder puede a veces elegir entrar en la conciencia de una persona que ha seguido el Camino de la Medicina durante muchos años y ponerse a su lado para ayudarle durante las curaciones.

Forma parte del proceso de iniciación en la Medicina Animal y aporta grandes poderes al sanador.

Cuando se aprende a hacer un llamamiento a la Medicina de cualquier persona, animal, o fuerza natural, es preciso mantener una actitud reverente y estar dispuesto a aceptar ayuda.

Por ejemplo, los niños indios saben cuando se han perdido que pueden invocar la Medicina de sus padres.

Esto le dará al niño la fuerza de los padres, aunque no estén presentes físicamente.

Los padres sentirán la llamada de la necesidad del niño y muchas veces podrán ver físicamente a través de los ojos de su hijo y determinar su situación.

Es un tipo de poder que nace de la idea de la unidad y de que cada ser guarda en su interior una parte de todos los demás seres vivientes. Es la ley de la unidad.

También es posible convocar el poder de sanación de un animal cuando se requieren talentos especiales.

Como todas las cosas en este universo están construidas con los mismos elementos y partículas, es relativamente seguro asumir que todos nos comunicamos a través del común denominador de cada átomo, que es la fuerza creadora o el Gran Espíritu que vive dentro del Gran Misterio.

Es la enseñanza de estas verdades la que ha llevado a las gentes indias al conocimiento, y esas mismas verdades podrían abrirte a ti la puerta.

Bendiciones!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Soy rguezpatricia@yahoo.com. Hace un año perdi a mi gata. Era blanca y negra. La busque por 15 dias y nada. Ya vencida de mi busqueda soñe con ella. A Ella la molestaban 4 niños cuamdo me vio, salio corriendo hacia mi la protegi entre mis brazos se convirtio en una niña q me hablo. Y me dijo: no me abandonaras?? Y yo le dije : que no. QUE SIGNIFICA ESO ??