lunes, 19 de octubre de 2009

INVOCACIÓN A LAS SALAMANDRAS

Inefable e increado rey y padre de las llamas primeras, que eres llevado en el carro veloz de los mundos que incesantemente giran; dominador de las etéreas inmensidades donde se levanta el trono de tu sapiencia, desde cuya altura todo lo descubren tus ojos penetrantes y tus oídos benditos todo lo oyen; atiende la invocación de quien amas desde el nacimiento de los siglos; porque tu áurea y gran majestad, resplandece por encima del mundo, del cielo y de las estrellas, y sobre ellas te levantas.

¡Oh fuego resplandeciente! Allí tú brillas y perduras en ti mismo, por tu propio esplendor y salen de tu esencia inacabables arroyos de luz que nutren tu espíritu infinito.

Este espíritu infinito alimenta todas las cosas y hace este tesoro inagotable de substancia siempre dispuesta para la generación que la elabora y que se apropian de las formas que tú te has infundido desde el principio.

De este espíritu toman también esos benditos gobernantes de tu reino que circundan tu trono y que formantu corte.

¡Protector de los bienaventurados mortales e inmortales! Tú resguardas sustancias que resultan maravillosamente semejantes a tu sabio pensamiento y a tu esencia venerable. Tu has concedido superioridad a los elementales que anuncian al mundo tus verdades.

Ardemos en la incesante aspiración de poseerte; tú que enciendes la llama de la vida !Bendícenos¡

Bendiciones!

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