viernes, 13 de marzo de 2009

WICCA Y CRISTIANISMO

La relación entre Wicca y Cristianismo siempre ha sido tormentosa. Los orígenes de esta animosidad entre ambas religiones son bastante claros y definidos. Durante la cristianización de Europa, se realizó un proceso habitual: los Dioses de las antiguas religiones pasaron a ser los demonios de la nueva, y los sacerdotes identificaron al Satanás de las Escrituras con el Dios astado de los paganos, también llamado Cernunnos, similar en su apariencia al Dios Pan de los griegos. Al ir convirtiéndose el cristianismo en la religión mayoritaria entre las clases altas, y con el advenimiento del sistema feudal durante la Edad Media, una religión pagana, con su constante celebración a la vida y su hincapié en la responsabilidad del individuo sobre su propio destino se convertía en algo poco deseado. La razón es muy simple: si cada uno era responsable de sus propias acciones y vida, todo el perverso sistema feudal de dominio sobre la tierra, vida y personas se vendría a pique, sin tener como base el derecho divino. En contrapartida con esto, existe documentación de los países celtas paganos, específicamente Irlanda, sobre el derecho de cada habitante del país de poseer su propia tierra, enumerando luego toda una serie de derechos de los habitantes, que salvando distancias es muy parecido a la actual Declaración de los Derechos Humanos. Una postura completamente distinta a la del sistema feudal de la Edad Media. De todas formas, a finales del Siglo XV, el papa Inocencio VII promulgó su famosa bula, y dos sacerdotes nombrados inquisidores, llamados Heinrich Kramer y Jacob Sprenger se encargaron de escribir el “Malleus Maleficarum”, un detalle de los procedimientos a usar para hacer confesar a las llamadas “brujas”. Procedimientos que incluían, entre otras delicadezas, el colgar a la víctima, rapándole el cabello y vello corporal en busca de manchas o “pezones del diablo” (simples verrugas usualmente ubicadas en las axilas o ingles) que probaran su filiación con Satanás. Sin embargo, al contrario de lo que se podría pensar, la falta de lunares o de una distinta pigmentación en la piel no garantizaba la inocencia. La condición inmaculada de la piel se consideraba tan satánica como lo anterior. Lo cierto es que la condena o no estaba basada más en quién y cómo se había hecho la acusación, y no en las pruebas. Además, mediante diversas torturas como hierros al rojo vivo y botas que quebraban todos los huesos de las piernas, cualquiera confesaría lo que fuera con tal de garantizar su supervivencia o por lo menos aminorar su dolor. En la actualidad, las relaciones entre brujos y cristianos no han mejorado mucho, aunque haga ya mas de un siglo que no se mata o encarcela a nadie bajo la acusación de brujería. Sigue siendo costumbre entre grupos fundamentalistas el arremeter en contra de paganos, lo cual, si se mantuviera únicamente como un intento de algún cristiano o católico como un intento de “llevar la palabra” ocasionalmente a algún pagano aislado, no estaría del todo mal. El problema empieza al declarar la guerra a los “satánicos” en base a hechos sacados de contexto y datos que no tienen ningún asidero histórico. Y lo que debiera ser una convivencia pacífica se transforma en una declaración de guerra. Las influencias de las costumbres llamadas “paganas” sobre el cristianismo son innegables para cualquiera que se haya tomado el trabajo de verificar las mismas sin condenarlas de antemano. Un claro ejemplo es la celebración de Navidad, fecha cercana a la de Yule, la fiesta celta del renacimiento del Dios. Otro ejemplo es el de la comunión, costumbre tomada de los antiguos egipcios, quienes también efectuaban la transubstanciación del pan, tal y como hoy en día es dogma para la Iglesia Católica. Hay muchísimos estudios serios hechos sobre la relación entre las cristianas y las festividades paganas anteriores. Pero una razón muy poderosa para estos estudios la da el haber querido facilitar la conversión al cristianismo de nuevos adeptos utilizando las mismas festividades que la religión a la cual ya estaban acostumbrados. Cualquiera que estudie los puntos fundamentales de ambas religiones se puede dar cuenta que la convivencia entre ellas es perfectamente posible, aunque obviamente no la postura de ser de ambas. Esperemos que podamos entender esto, y en un futuro no muy lejano nos encontremos conviviendo en armonía. Bendiciones!

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